Agradecimientos.

Escribir un libro era una promesa que le hice a una persona cuando éramos niñas. Hoy puedo decir, que a pesar de las muchas dificultades que he tenido para realizar este proyecto imperfecto, mi promesa pasa a ser una meta cumplida. En aquel entonces no hubiera podido imaginar, que lo haría a través de la red. Esto no hubiera sido posible sin todas vuestras visitas, por eso, las dedicaciones se refieren a todos y cada uno de los que a lo largo de estos años, me hicisteis sentir más acompañada en mi soledad. Profundas gracias a los ojos que me leen hoy, ayer y siempre.

sábado, septiembre 14

Dijins Di 31




En algún  lugar confuso,  donde guardaba mis recuerdos perdidos. Tenía la certeza de conocer a ese ente extraño que arrebataba mi voluntad.

Lo más perturbador fue, adquirir  conciencia, de las lamentables consecuencias que llevaban a mi insigne  ser, en  ese sentir extraviado  y  dominado  por el mal, el echo de que mi voluntad  fuera mitigada, suplantada por otra voluntad, ajena a mis pensamientos. Algo incomprensible  e inadmisible se acontecía en aquel  preciso rit,  y  no frente a mí, sino dentro de mí.

El vértigo que me propinaba tal  sensación,  ya de por si, era inconcebible. Entendí, que rebasar el miedo daba lugar al pánico y en él me hallaba, e inmóvil, absorta en esa brutalidad palpable, de esa contención  sin paz  en la  que se nos enseña a no respirar. Tal vez por  ello mismo, se abotonaban con esa fuerza las ideales soluciones conclusas, que vendrían a socorrerme, ya que todo mal se ve precedido siempre  por una solución, una llave que parte y rompe por la mitad, el muro que las divide.

Entonces recordé un antiguo cuento, que hablaba de la fuerza interior, del diamante en bruto que llevamos dentro todos y cada uno de los habitantes de este planeta. En ese espesor ensordecido o embutado del tiempo,  y con el peso de una sobredosis de ideas, apretando mi azotado respirar, quise recordar también que  habían sido los druidas Hititas los que trovaban esas cantinelas que ahora me servirían de alivio.

Aunque y a pesar,  de que  un millar  de constantes contradictorias, me esperaban en el quicio de cada idea, y el absurdo sufrir de no simplemente no ser comprendida, sino más bien aniquilada, por una situación inadmisible y sin explicación. Haciendo acopio de valor,  estruje el  aire  para adquirir el más puro  saber de aquella cantinela, que ahora venía a mí como única cura o salvación.

La fuerza interior  habita en cada uno de nosotros, desde el mismo momento en que se forma nuestra vida y muy a pesar de lo que nos pueda llegar a deparar el destino  o camino, esta jamás se verá destruida o ahogada, tan solo callada. Por ello en cualquier situación…

Pero en ese instante... fue como tener delante de mi rostro otro rostro, que  se insinuó aterrador, que lo cambio todo  y lo movió todo de sitio, y que hizo que los pensamientos cayeran.

La puerta de la cabaña se abrió  y se cerró con  agresividad. Para desmedrar mi convicción, aun así, no deje de creer en mí.

Gracias al cielo y los espectros  conocedores de las claves del universo, que vivieron en tiempos en los que  no fueron comprendidos, hoy depositaba yo, mi tenacidad y la firmeza aplastante ante otras convicciones y de que solo de ello se trataba y todo se hacía realidad. Mis ancestros, mis recuerdos perturbados por la amnesia. Era Di  y la ensordecedora historia que nos había contado, la abducción  de mi vida y mis pasajes, ahora como si la  sintiera  desde dentro de una celda, admiraba la verdad y no la podía alcanzar.

De pronto saboreé, soy yo. La vida que habita en mi, y nací, y  tuve  risas y lágrimas y paz y nerviosismo, porque no superar una ráfaga más de ese mana. Ser  y estar.


 Y  me hice, luchando después de  la premura, la misma con la que se convoco todo el esplendor, en el mágico instante en que se crea una vida. Me  reconocí cansada y herida pero no extinta. 

miércoles, marzo 6

Dijins Di 30.





 Esa noche el viento  azuzaba con fuerza y yo no podía  dormir, por más vueltas que daba, el sueño  no  me quiso acoger.  Algunos   pensamientos alborotados desvelaban mi descanso.   

Sin esperar más a la vigilia,  enemiga   en las  noches de insomnio. Salte del  cálido catre  y tras  un pequeño relax en el sofá, quede en blanco vigilando el chisporroteo de las últimas brasas. La fantasía  sorprendió vacía a mi mente.

 Me apeteció salir al exterior,  para  caminar en la  noche cerrada y enfrentarme a mis miedos.  Quise saber, que no estaría nada mal,  bañarme de viento, abusar de su fuerza, quizás inspirarme en sus aromas.  Cerrando los ojos, suspiré un  único deseo,  mecerme en él , volar, dejarme llevar.

Nada más traspasar el umbral de la puerta, una bofetada de polvo  me azoto en la mejilla, para brevemente suavizarse e instarme a  continuar, a adéntrame en sus fauces.

Mientras acariciaba el sarpullido minúsculo, que se  había provocado en la piel que cubría mis mejillas,  inspire nuevamente,  a la vez que me pregunte  (si el viento  tendría conciencia).  Bajo el techado que cubría la entrada y sobre el adoquín  envejecido que  formaba  el suelo,   un columpio gastado chirriaba  al vaivén que le provocaba él, (el viento)  con sus manos invisibles.

Era divertido  imaginar, y también fácil.  Así,  con pasos lentos,  empecé a caminar  por el césped  descuidado, con los pies descalzos, para sentirme más  cercana a la vida.

Entonces el viento, se torno menos brusco y pareció jugar con mi pelo  y descaradamente  arrebato el chal que cubría mis hombros, para demostrarme que no era un viento frio,  que tan solo era fresco.

Percibí  la sal del mar en  su aliento y la arena del desierto, también pude notar un nido de águilas, en unas  cumbres rocosas  de montaña, y sonreí  con la  gracia de la felicidad.

 Breves pasos   más adelante  en mi camino,  algo gélido e inmóvil  secuestro  esos instantes felices.  La oscuridad  de la noche, se hizo mucho más profunda  y sentí que había conectado con algo extraño, un nerviosismo raro se adueño de mí y  al girar mi cabeza lo vi. Era una imagen  terrorífica,  una figura que no sabría si interpretar como hombre o como mujer,  agachada en el suelo de una habitación blanca, con mucha luz y sus ojos miraban fijamente a los míos, suplicantes, aterrados y a su vez amenazantes, sus cabellos largos y oscuros se movieron breves segundos para entrar en una quietud perversa.

Resbale y caí al suelo,  a la vez que intente escapar de aquella visualización, que de pronto  amenazaba  con  enloquecerme y grite,  y note como el viento  enmudecía mi voz  y se torno violento.

Las ramas de los arboles más cercanos, conspiraron con él y a mi contra.

jueves, febrero 7

Dijins Di 29





No cabía el mal allí. Pensé o decidí. Estar  en un espacio tan acogedor  como aquella casa, cada detalle  que contenía  había sido distribuido al azar y sin embargo, invitaba a soñar, a dar relajo a las malas interpretaciones que nos rondan  en nuestra estupidez mortal  y  que continuamente  nos bloquea  y  no permite que veamos bien.

No me preocupaba en absoluto  mi procedencia o todo  lo que perteneciera a mis recuerdos. No necesitaba sentir nada más que el ahora que vivía.  En aquellos instantes, los pensamientos que hacían referencia a mi pasado,  era tan simples que fueron pensamientos fugaces escapándose con la energía que salía desde mis ojos  hacia todos y cada uno de los espacios que me desvelaban a Ihan.  Ansiaba o mejor dicho, solo necesitaba sentirme bien.  Respirar sin presión en el pecho y concretar por fin, que las arrugas que surcaban el contorno de mis ojos  pertenecían a la placidez  mecida por la  felicidad, que se justificaba en un tiempo real.  Deseche todos los malos prejuicios por  la puerta que daba a la calle. Tales  premisas no me llevaron más de cinco minutos. 

La curiosidad me tentaba desde la estantería donde Ihan había colocado la colección de papeles.  Asegurándome  de que la intimidad se hacía a mi lado, agarre el sinnúmero de  papelorio.  Asumiendo  falsas dotes de payé,  para interpretar  los garabatos que allí se mantenían,  testimoniando   miles  de  inquietudes,  de la incógnita mente  que las hubiera descrito en tinta negra.  Comencé a asimilar de nuevo,  algún detalle más en el conjunto de la escritura. De pronto como si se hubiera despejado parte de la niebla que  ofuscaba  mi mente, fui consciente de que tenia la habilidad de identificar ciertos rasgos de la escritura, con los que llegaba a desvelar parte importante de la personalidad de quien los  escribía.

 Mis conocimientos grafológicos  surgían a borbotones a cada  instante. Y así fui  identificando un nuevo rasgo en cada letra o en cada coma.  Su conjunto básicamente iba haciendo  que tuviera otro dato más, que iba  revelando a una personalidad  muy atormentada, y compleja, escondida   tras del papel.  Inmersa en los escritos no me di cuenta de que Ihan había comenzado a depositar los platos rebosantes de comida sobre la mesa, tan solo el olor a  comida  sustrajo mi atención de los papeles.

 Durante la cena  conversamos,  de observaciones  sin profundizar en ningún tema en concreto, se hacía notorio  la incomodidad que representaba  para Ihan, atar sus  malos genios, por el mismo motivo le inste a que me llevara al pueblo la mañana siguiente. Alegando culpas a las inclemencias del tiempo, dejo constancia de que las carreteras  que nos unían con el pueblo más cercano se hallaban  cortadas por las intensas nieves , y que aventurarnos en ese viaje seria más bien un desafío a la muerte.  El trayecto no podía realizarse andando por las bajas temperaturas, en su totalidad el contenido del mensaje que  alegaba, era que estábamos aislados en  la cabaña a varias horas de distancia  de la civilización. Tales noticias alegraban mi interior y no intente mostrar  entusiasmo alguno, prefería esconder las verdaderas emociones  al menos por aquel momento.

Dirigí mi mirada hacia la ventana  mientras Ihan recogía los platos, habiendo ya renegado de mi colaboración en  los menesteres domésticos, se dispuso a  preparar un par de cafés.
 Los copos  que caían sin perdón, ni pausa, eran de gran tamaño. El fluir de estos  era de una fuerza hipnótica, que  embelesaba  y a la vez  su ligereza transmitía paz. Imagine el frio que debía de estar haciendo en el exterior  y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

martes, enero 8

Dijins Di 28.


Las horas pasaron sin más sobresaltos, más que  las hojas que traía el viento a nuestros pies.

Sin meditar  más que una simple sonrisa, me dejaba llevar por el entusiasmo de la alegría que bullía en su corazón y contagiaba el mío. Sus ojos apresaban los míos. En ellos,  destellos de lejanas estrellas me alcanzaban el universo y pude sentirme como se siente un poeta  realizado. En su meta.  Unida en un  éxtasis con el aire y el tiempo, al  sentirme viva.


 Demoramos nuestro regreso a la cabaña entreteniéndonos en el camino de vuelta. Ihan  me  presento  la naturaleza desde otra perspectiva,  lo que antes parecía común o normal, se mostraba con más brillo, con una luz especial.  Incluso los movimientos imperceptibles de las plantas cobraron otra conciencia,  haciendo que la conclusión de la vida fuera mágica en aquellos instantes. Parecía que la misma vida conspiraba para que así fuera.

Al llegar al cobijo de su choza, encendió el hogar con  los leños apilados en un cesto de mimbre, ya gastado por el  uso.   Mientras  yo le miraba  acomodada desde el sofá, estudiaba sus movimientos sin disimulo. Mis sentimientos afloraban sin reparos, las sensaciones que  abordaban en mí,  me instaban a entregarme en un abrazo carnal a aquel hombre que apenas acababa de conocer.

Cuando se giro para observarme,  el  lenguaje corporal debió de delatarme. Sorprendiéndome en una pose que retenía mis deseos inquietos y tímidamente nerviosos. Se acerco a mí y me arrebato la mano  de la que estaba mordisqueando el dedo índice, el  que se veía un tanto enrojecido.

_ Quizás te interese conservarlo, nunca se sabe si te puede hacer falta después _  dijo,  desplegando una amplia y llana sonrisa.

No me ruborice, al contrario. Deje escapar  la más sibilina de mis miradas, intentando ser una seductora inofensiva o escapista de situaciones vergonzantes y comprometidas.

De una o de otra manera, estaba contado  para mis adentros,  que acabaría  rebozando mi cuerpo contra el suyo.  Más antes, que temprano. Que era un hecho, que nuestros caminos se habían encontrado por algún motivo, y que aunque no recordara nada de mi pasado, ni falta que me  hacía.  Pues me preguntaba para mi,  ¿Qué probabilidades tenía, en ese supuesto  pasado  de ser tan plenamente feliz? como  ya era, en esos días de amnesia. Dictamine en mis  pensamientos.

Pero el encantamiento se rompió, cuando Ihan alargo una silla hacia el sofá donde me acurrucaba y comenzó a extenderme  un montón de papelotes garabateados y dibujados,  por Dios sabe que locas manos.

Comenzó diciendo_  Me gustaría que hiciéramos un trabajo juntos, veras tengo que reorganizar estas  anotaciones antiguas, ¿te importaría echarme una mano?_
_Como no _ conteste.
_ Veras la idea, es que las coloquemos por fechas, aunque no tengan relación, después comenzaremos de nuevo y las  colocaremos  en relación con lo que está escrito en ellas…_ No había terminado su frase cuando lo interrumpí.
_ ¿Y por qué no empezar colocándolas según  lo que ponga en las notas?,  así nos ahorramos el primer paso. _Pregunté.
_ No._ contesto tajante.
_Bien empecemos, toma la primera.  Si no te importa lee en alto._ Añadió tendiéndome la primera de las hojas escritas a mano.

A primera vista me llamo la atención la escritura, el conjunto  de todo el escrito se veía muy sucio, con importantes saltos y  distancias desiguales entre líneas, la letra era legible pero inestable en su fuerza y forma.

_ ¿Es tu letra?_ Pregunte con cautela  para no herir sus sentimientos.
_No, es de un amigo._ Contesto._ Puedes comenzar a leer, por favor._ Dijo  sin dejar  sitio a ninguna replica.

Leí en voz alta.
_Y donde la mano cabe se hizo la herida. Y el ladrón robo a su propio progenitor.
 Que entra el perdón y en el corazón confuso se hizo la oscuridad y en las razones temerosas no se asombra la verdad por no entrar.  No saberse en ella,  es la desilusión del que sueña._

Levante mi mirada hacia Ihan  interrogante,  asiéndome  el mentón en posición pensante.
_ ¿Que se supone que es esto?_ Dije.
Con una mueca hastía respondió, _No lo sé,  por la misma razón pensé que quizás tú podrías ayudarme._
Supongo que mi cara de cero, no dejo lugar a la mínima colaboración por mi parte, y por ese motivo, retiro los papeles de mi mano sin darme ninguna opción más para continuar con la tarea.

Me disculpe en vano, pues el ya se había levantado  y había dejado  todos los papeles en la estantería,  en un abrir y cerrar de ojos.  Acto seguido ya  estaba a otros menesteres en los que disimuladamente me hacia el vacio  e ignoraba mi presencia.  Pienso que para calmar su frustración. No negare que el asalto de su carácter,  el cual   no se molesto en esconder, me abrumo e hizo que me sintiera incomoda. No sabía que decir  o en que entretener  mis manos nerviosas, comencé a mordisquearme las uñas  mientras miraba al suelo.

Entonces él se disculpo  diciendo._ Perdona no consigo controlar mi genio, en fin será mejor que caliente algo para cenar.  Si te interesa… tienes algunas revistas en esa librería._

No pronuncie palabra, tan solo afirme con  un escaso  movimiento  de  cabeza. Fiel a mis emociones,  no me vi en la necesidad de fingir.  Le retire la mirada reafirmando mi manera de protestar ante su comportamiento.