Agradecimientos.
Escribir un libro era una promesa que le hice a una persona cuando éramos niñas. Hoy puedo decir, que a pesar de las muchas dificultades que he tenido para realizar este proyecto imperfecto, mi promesa pasa a ser una meta cumplida. En aquel entonces no hubiera podido imaginar, que lo haría a través de la red. Esto no hubiera sido posible sin todas vuestras visitas, por eso, las dedicaciones se refieren a todos y cada uno de los que a lo largo de estos años, me hicisteis sentir más acompañada en mi soledad. Profundas gracias a los ojos que me leen hoy, ayer y siempre.
martes, noviembre 27
lunes, noviembre 26
Dijins Di 24
Capitulo 2
Desperté aturdida y me tomo unos larguísimos segundos recuperar el control de mis sentidos, sobre todo el de la vista. Mi cabeza parecía que iba a reventar. Por momentos el dolor era más intenso y después descendía, pero se quedaba en un grado satírico e insoportable.
A tientas y con miedo, con movimientos muy lentos, fui acostumbrando mis ojos a la luz que irradiaba la leña, que ardía en una chimenea de piedras aristadas. Encima de la losa superior que embellecía la singular e inviolable estructura, pude observar, un candil deteriorado que hacía a su vez, de soporte a lo que parecía ser una lámina antigua. La cual dibujaba en sus formas un paisaje impreso en pergamino. No tenía idea de donde me encontraba y el entorno no me resultaba familiar.
Una destartalada y envejecida estantería de madera, fue la primera pieza que apreso mi atención cuando por fin pude enfocar la vista. La imágen, entrañaba miles de enigmas, que con palabras escritas y estructuradas en los sueños, si cabe, la llenaban de libros y que a duras penas resistía ese pesado testamento, que infinidad de escritores cedieron a lo largo del tiempo en sus hojas, ahora amarillentas por el mohín mostrenco, permanente en aquella chimenea y el humo que a través de los años había estado escupiendo. Palabras que ahora presidian y se apoderaban del mayor espacio en aquella pequeña sala. Al menos esa fue la sensación que me devolvió. De cualquier modo, me conforto de alguna misteriosa manera, alejando y consumiendo el dolor de cabeza.
El conjunto de muebles era de estilo más bien rustico, creando un retrato armonioso a pesar de la aglomeración que se notaba. Había una mesa pintada con patina en color azul turquesa, depositada de cualquier manera, debajo de una ventana de cristales cuarteados, con una vidriera de vivos colores en su centro que representaba un sol o algo que se le parecía. Encima de la mesa se veía desplaza por varios libros y objetos, una lámpara de hierro que ignorándolo, adornaba su esbelta delicadeza, la cual no se antojaba desgastada para nada en el espectro añejo que parecía tener.
Eso, era lo que se podía ver desde mi posición en el cómodo sofá. El mismo que al parecer había contenido mi descanso. Cálidamente arropada por mantas que olían a flan de café y vainilla. Sin destaparme las piernas, para no perder el calor aromatizado que me envolvía, Incorpore mi cuerpo y mire por encima del respaldo, apreciando a la vez, la suavidad del sofá mientras lo acariciaba y el color verde esmeralda con matices azul prusia que se entreveía al deslizar la mano por su piel aterciopelada.
Intuitivamente fije la mirada en un ángel de plata, depositado en un pequeño altillo, que estaba encima del marco de la puerta, que daba paso a una entrada. No era una figura de gran tamaño, pero de inmediato robo mi ensoñación, sobresaltándome. Lo mire pensativa, no conseguía saber cuál era la razón que me atraía. Mientras lo miraba se interpuso a mi voluntad y a la realidad. La anomalía de otra visión parpadeante. Un rostro plateado acercándose a gran velocidad y envuelto en haces de luz, que emergían conformándolo y sustrayéndolo del oscuro mosaico. Se represento en mi mente sembrandome de terror y así de aquella, se hizo conmigo, apoderándose en un breve instante del cálido confort en el que me había despertado. La visualización desapareció casi de inmediato, para sostenerme nuevamente en la realidad. Sin embargo la fuerza con la que se había implantado esa imágen me hizo recordar… recordar, algo que percibía borroso pero intenso, muy familiar, como un episodio repetido y vivido en un tiempo infinito, innumerables veces. Así lo percibí.
Me levante con brusquedad, al mismo tiempo que un hombre irrumpía en la sala. Llevaba una bandeja entre las manos, rebosante de pastas, pan y dos tazas. Despejo otra mesa abarrotada de folios y cajas y depositándolos en una alacena próxima, que a su vez ya se hallaba repleta.
Atónita, contemple la agilidad y destreza con la que aquel desconocido, depositaba la bandeja sobre la superficie de la mesa con una mano, mientras que con la otra, retiraba lo que estorbaba. Sin mirarme y atendiendo lo que hacía, dijo con voz pausada.
_Por fin te has despertado. Supuse que te apetecería tomar algo caliente mientras me cuentas como te encuentras._ levanto brevemente la mirada, examinando mi perplejidad sin gesticular ni mediar ninguna palabra mas, tan solo asumiendo mi confusión. Se irguió y en un ligero movimiento que casi no entendí, se dispuso a sentarse en una silla invitándome a acompañarle en el pequeño taburete redondo que se encontraba a su lado.
Recoloque una de las mantas sobre mis hombros, con cuidado de no pisar las puntas arrastradas por el suelo. Según daba el primer paso, le pregunte.
_ ¿Quién es usted?, ¿Cómo he llegado hasta aquí?... _ Acaricie mi cara escondiendo las dudas bajo la palma de mi mano inquieta, a la par que me sentaba. Me notaba exhausta y extremadamente agotada y mi mente permanecía en blanco, no recordaba absolutamente nada.
miércoles, noviembre 14
Dijins Di 23. El Poder
El poder
Testarudo pero no valiente
Ángel sin alas que jamás dejo de caer
Simiente eterna vacilante en la luz.
Confiscas la verdad para cegarnos.
Nos oprimes, adoctrinas, nos castigas y amenazas.
Hoy nadie es libre porque sigue existiendo el poder
que domina las masas, camuflado sin duda en políticos
con corbatas.
El mayor pecado del hombre no fue morder la manzana.
Fue no ver la mirada de quien nos la daba.
Aplaudamos entonces a todos los corderos que se sienten
crecer ejecutando las normas que les dicta el poder
Gracias por ayudarles a sembrar miseria a lo largo de estos
años.
(kea-sensaciones)
domingo, noviembre 11
Dijins Di 22
Y en ese viaje hacia
los adentros, paseando en la inconsciencia sagaz y solitaria de la humilde mente humana, buscaba la salida… pero me aleje de ellos, de sus voces. Como un imán el vacio tiraba de mí, arrancándome
de la realidad. Sin más fuerzas acabe rindiéndome en el viaje y fundiéndome en él. Un calor
intenso bullo de mi frente, más poderoso
que un calor febril y se hizo con todo mi ser. El viaje era acelerado, sentí como caía por un pasillo inclinado, lleno de luces
tenues o fuertes, coloridas o sin color, es difícil definir lo que absorbía en ese cumulo de emociones que se estaban
apoderando de mi. Pase por paramos estériles
y otros no, pero sabía que me hundía y
que me iba. Y entonces ceso. La atracción hacia el vacio, vacilo un instante y
me deposito en el suelo. El espacio empezó
a estabilizarse como un lienzo pixelado que va tomando forma apresuradamente, tutelado por la mano diestra de su creador.
La ignorancia permanecía dormida bajo mi piel. Incomoda y
perturbada por lo que se avecinaba, camine en círculos mojando mis pies en el
barro humedecido y frio, que prestaba aquel paraje cromado con brotes dorados y que no perdonaban
la falsa coraza de las botas.
Deseando desaparecer, incluso extinguirme. Para ausentarme del miedo que hacia raíz sin
auxilio en mi carne. Camine y camine,
sin rumbo, hasta llegar a un punto donde
las piernas se negaron a continuar, mi cuerpo paralizado solo dejo que mis ojos vagaran libres. Escudriñe
con ellos el entorno que se iba
desenfocando hasta invadirme la total oscuridad y en ella no solo me sentí a mí. Exaltada por un grito incesante que brotaba desde mi corazón, destrozando la calma.
Tan brutal flujo de
dolor no me pertenecía. Lo note, sabía
que no era yo, pero se hacía más fuerte y comenzaron de nuevo los temblores,
las ondas que mecen al alma y que
preceden al mensaje. Esa sensación de que algo viene, de que está ahí, pero no
lo puedes ver, solo se hace sentir.
Me aterraba la idea de no poder hacer nada. Acaricie
enloquecida mi cara con nerviosismo hasta
que enrojecí mis mejillas. Enrede
enfurecida mi pelo, estirando de él, intentando despejar las ilusiones que se apoderaban de mí. Ansiando esta vez,
dar con la clave que las hicieran
desaparecer. Sin querer oír al intruso
que penetraba en mis pensamientos, absolutamente ajenos, cercanos y lejanos a la vez.
Inspiraba palabras que brotaban de las hojas y del viento susurrante que bailaba turbando en remolinos errantes a mí alrededor, pero no aire que me hiciera respirar. La burbuja
que presionaba y contenía mi vida, mi
esencia de cordura… en ese momento reventó liberando ecos que se fueron a perder como las
hojas que lleva el viento.
Aunque en ocasiones hastía
y monótona, la vida… llena al huésped y regala
belleza. Esa misma belleza no la veras mañana, tan solo se desprenderá hoy… del inmenso tapiz que la consolida, centenares de
situaciones se difuminan en el espectro
de lo que podía haber sido y ya no será.
Por unos segundos esa ilusión se volvió palpable en una imagen tan nítida y real que mi cuerpo
se desplomo por la
inercia que ejercía la tierra sobre él, De
rodillas en el lecho fangoso , brotaban las lagrimas de mis ojos resbalando
hasta caer al suelo, en un espacio en el que el tiempo parecía detenerse , la
emoción que sentí al contemplar esa imagen no podía traducirse
a palabras pero se asemejaba bastante a la sensación que se siente cuando una brisa templada y suave coquetea, acariciando el rostro del que observa el mar.
lunes, octubre 8
Dijins Di 21
Frustrada nuevamente, salí
enfurecida de la pequeña sala de proyección. El estrepito del portazo
retumbo por toda la planta, por el vacio de muebles que favorecía la acústica y que ya se nos hacia
familiar.
Encaminándome con la cinta en
mano, busque habitación por habitación
a nuestro técnico de sonido y
dispositivos eléctricos, como siempre parecía haber sido borrado de la faz de
la tierra. Dude unos segundos y medite el siguiente paso curiosamente
enfrente de la puerta, que amparaba a nuestro paciente. Irrumpí con brusquedad observándolo todo. Puedes descansar yo
continuare la guardia. Le comunique a mi compañero de cuarto Petrus. Todo tuyo pronuncio mientras salía.
Sin advertirlo me encontré de nuevo sumergida en la inagotable inteligencia de aquel pobre desgraciado que no percibía su mente rota. Por algo se dice que un loco no es consciente de su locura.
Agachado y oculto te espera, impasible y certero, asestara
un disparo en la diana de tu corazón.
Asesino de dones, perseguidor
inagotable del bien. Tan antiguo como el
mar. El caballero negro te acecha. Cada hora que pase, se acercara aun más el desenlace final, en el que la nada copara
tu cuerpo, que prendera bajo las llamas del infierno, donde tu mente se perderá
y tu alma eterna navegara en los oscuros rincones de tus recuerdos, entonces habitaras en la sala de las almas descarnadas y los
difuntos que moren allí y aquellos que te
preceden, te negaran la palabra y bajaran la mirada, en esa fría soledad
lamentaras mil años repitiendo todos y cada uno de los espacios que llenaron tu
vida, y echaras de menos lo que soy.
Allí comprobaras, que no habrá perdón tampoco, para los que no cobijen el mal en su interior. Pues aquellos que rompen y asestan con dagas de traición, perturbados destructores, anómalos que no fueron tocados por un Dios, serán entonces los que dominen tu vagar.
Yo sabedor de tu secuestro, permaneceré atento al momento confuso en el que pronuncies mi nombre y volveré a buscarte hasta las mismas puertas del infierno del que provengo, al que no anhelo volver. Por ti atravesare sus sangrientas estancias. Únicamente para encontrarte, bajare a sus entrañas con una sola luz y la determinante razón de salvarte, iluminare mi camino con el amor que te proceso y cuando te hallé, te arrebatarte de él, de sus cadenas y aunque perezca en el viaje, ese es mi destino, el que yo he elegido. Anclado a tu ser permanezco a la espera de saberte ver.
Dime entonces, ¿Qué ingenio habita en que
huyas de mi?, ¿Donde te esconderás?
¿Todavía piensas que
puedes retenerme maniatado en este sillón, con simples cinchas
de carga y que los narcóticos adormecen
mis ansias…En verdad crees que eso es así?, Me seria sencillo penetrar en tu
mente y manipular las verdades que conoces sin pronunciarme en un suspiro, en
el breve tiempo que dura, lo que tardaras en levantar de nuevo la mirada
para sopesar lo que digo…
La mueca de sus labios pareció malvadamente sabia, lastimada la mía al comprobar que era conocedor con antelación de mis gestos. Siseando un desagradable silbido, meneo y retorció su cabeza inclinándola suavemente con una mueca insultante y sibilina, haciendo que bailara el iris dentro de sus ojos y provocando en mi un movimiento de temor, que impulso todo mi cuerpo hacia atrás. Aunque logre reponerme rápidamente en vano intente desviar su atención, con ademanes contundentes escribiendo algo en el cuaderno que reposaba sobre mis piernas. Pero lo siguiente que dijo y el tono tajante en el que lo hizo, no me dejo fingir mucho más que un instante. El bolígrafo resbalo de mis manos rodando a sus pies
… Ahora ya sabes que la respuesta es no. Pronuncia mi nombre.
De mis labios salió un gemido involuntario que en el lejano eco se comprimió en dos letras. …Di.
A la par de extinguirse y nuevamente repetirse por todos los rincones del local, Las paredes empezaron a tambalearse como si fueran papel. El techo se derrumbaba con estrepitosos estruendos. Bajo mis pies el suelo vibro de la misma manera que lo hace la piel de un tambor y comenzaron a surgir grietas de suma violencia, precipitándose hacia la nada, que inexplicablemente yo reconocía en la que él me había descrito, negra, absoluta e infinita. Aterrada corrí, dejándolo solo tras de mí, sin importarme lo que fuera de él.
Mí alocada escapada por los pasillos, alarmo a mis compañeros, les costó mucho tiempo y fuerza frenar mi descontrolado comportamiento del que no sabían cuál era la razón. Jadeaba angustiada con la mano sujetándome el entre pecho, no conseguía pronunciar palabra. Solo gritaba en una frenética mezcla de locura o terror. Al parecer la duda sobresaltada, se quedo dibujaba en mi rostro tembloroso, apoyada contra una de las paredes mientras intentaba recobrar el aliento. Alberto y los demás insistían en que me calmase, para aligerar y liberar el ritmo doloroso que propinaba mi corazón. El choque con esa visión fue tan tremendo, tan impactante, que provoco que no recordara sus nombres, y me desplome dejando mi conciencia a merced de la suerte que consintiera en mi regreso.
jueves, septiembre 6
Dijins Di. 20.
La mañana se paso sin darnos cuenta y verdaderamente la inspección a la sala de calderas, no nos mostro nada extraño ni fuera de lugar, todo aparecía en buen estado, con más preguntas que respuestas y terminada la comida, cada cual, organizo tareas para ocupar la tarde, el tiempo en la gran casona parecía no transcurrir, pero la quietud nos volvía distantes por esa razón necesitaba resolver algunos puntos, antes de enfrentarme a un nuevo careo con Di, al que en las últimas horas habíamos decidido no dejarlo a solas ni un solo momento.
Buscaba a ciegas entre las cintas apiladas en la estantería, alguna, que lograra esclarecer mis dudas, confirmar que habíamos sido inducidos a una sugestión en grupo y tenía la sospecha de que, de alguna manera los videos que nos habían enviado tendrían que advertirnos de la capacidad que el paciente poseía. En ese momento dudaba , No sabía cuál podía elegir, miraba los letreros inscritos en el borde lateral de cada cinta y ningún rotulo, me daba el gusto para saciar la pregunta que estaba mascullando, la más distante de mi, sin que yo la tocara, cayó al suelo como zafada por una mano invisible, en un primer lugar pretendí ignorarla, sin embargo vino a mi mente el recuerdo de una vieja amiga que era aficionada a leer las cartas del tarot, insistía en decir que las cartas que se caen por descuido cuando lanzas la pregunta y mientras están siendo barajadas, son las más importantes y certeras en una lectura.
Ese recuerdo me obligo a salir de dudas y rescatar la cinta del hueco donde la había vuelto a colocar. Encendí y accione el play. Como casi en todas las demás cintas, Di comenzaba recitando otro episodio, otro relato de sus vivencias, entrelazando palabras con locuaz coherencia. Su habilidad nata de la que hacía uso para describir cualquier insignificancia, objeto o sentimiento, transformándolo a los ojos y oídos de su interlocutor, en algo inalcanzable e hipnótico. La sensación que dejaba en mi, era la de un buen orador y cabía señalar que era peligroso. Me dispuse a escuchar…
No es sencillo, No. No es nada fácil, descubrirse a uno mismo en la sombra proyectada a capricho de la luz, ese haz de luz tímida y delicada que pretende traspasar una hoja seca. Entender que no cabe mayor dolor en la existencia de una vida, sea cual sea su naturaleza pensante, adquiriendo una verdadera verdad, que aunque absurda era la única que citaba tal dolor, que no cavia mas verdad que cuando el amor se mezcla con tal crueldad. No es amor, sino maldad.
Las arrugas que surcan mi rostro, no son más que las huellas que dejo tal brutal perla, llena de imperfección, para ser perfecta. Comprimida y conjugada en una hermosura ancestral y simple, para nada enlutada, llena de una sabiduría natural, con la que araño mi entidad haciéndome anhelar y darme cuenta de que yo carecía de alma.
No sé, si llamar conciencia a algo que no comprendo. Ni tan siquiera hoy, después de tanto tiempo, pero sí puedo afirmar que me hundió en tal desesperación la incógnita de no comprender su naturaleza libre, fuerte, salvaje, tan firme en sus conclusiones, que parecía tener la llave del conocimiento, esa, que es tan extraña que hace que el ser inocente y puro alcance sus metas, deslumbre y brille a pesar de una apariencia nublada.
Consiento en que no comprendáis mis palabras y conspiro para que así sea…
Estas últimas palabras fueron precedidas y silenciadas por un gesto brusco que revolvió su cuerpo en la silla. A partir de ese segundo la imagen del video se veía distorsionada y cortada, se oían ruidos que no eran claros y no se podían interpretar con claridad, durante unos larguísimos veinte minutos de audio, la imagen era un caos de rallas y puntos que cruzaban la pantalla ofuscando la visión y concluía en distorsiones muy molestas a baja y alta frecuencia, para mi sorpresa se pudo rescatar con total nitidez los últimos segundos de la cinta.
…me veo en la obligación de advertiros que vuestras vidas corren peligro.
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