Empezó a llover con fuerza y mi rabia escapaba, según se crecía la intensidad de esa furia natural que me limpiaba.
Observe como algunos hombres corrían a refugiarse de algo tan inofensivo y que solo los niños pueden ver. Quizás, esa fuera la razón del desprecio que sentía hacia los hombres y mujeres, hacia los mortales. Su estupidez.
Camine largo rato sin sentir nada de frío a pesar de que mi ropa se encontraba empapada. Pensé en mi pasado y a cada paso que daba, se acrecentaba más la añoranza que vivía, aunque sabía que esas eran sensaciones humanas, de alguna manera ahora me pertenecían y las saboreaba. Comprendí, que empezar a sentir cualquier emoción era algo bello para mí. Después de lo que yo, había sido.
Todos somos el resultado de lo que heredamos y mi herencia siempre estuvo algo escasa en esos placeres que los mortales no valoráis.
(Era la primera vez que dirigía su relato a los que estábamos presentes, como si de repente hubiera adquirido conciencia de nuestra presencia, No levanto la cabeza, pero sí ejecuto un leve movimiento y de soslayo pareció dirigir su mirada hacia donde nos encontrábamos, él permanecía totalmente cegado por los focos y desde su posición era prácticamente imposible ver los contornos de las paredes y mucho menos el cristal que permanecía disimulado por la oscuridad y por esa razón, era imposible que supiera cuantas personas estábamos en el habitáculo.
El color de su piel había adquirido una tonalidad extremadamente blanca, con tintes azulados y las venas se le transparentaban grisáceas, Tal vez y cito tal vez, no pude apreciar ese matiz con anterioridad.
Empezábamos a sentirnos agotados de estar allí tanto tiempo encerrados. La forma que tenia Di, de expresarse nos envolvía y hacia que nos contagiáramos de su carisma.
La decisión de sedarlo fue rápida y unánime, los allí presentes nos mostramos de acuerdo. Mi compañero con cara de alivio y sin pensarlo dos veces, presiono el botón que activaba la válvula que proporcionaría la dosis exacta de tranquilizante. Le administrábamos los sedantes por una especie de conductos y tuberías plásticas que habíamos ideado y que conducían hasta el gotero inyectado en el hombro. Esa determinación se tomo calculando la peligrosidad que entrañaba aproximarse a Di.)
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