Sabía que solo de esta manera, daría tregua a la visión romántica que tenia idealizada del amor, un amor que se enraizó desde mis comienzos pero que jamás alcance a dejarlo fluir.
Planee mis pasos y calcule cada una de las opciones que pudieran surgir, como inconvenientes, para alcanzar mi meta ya fijada en ese hombre, cuya imagen permanecía grabada a fuego en mi alma.
Necesite bautizar mi forma femenina, para quitarle fuerza y poder, a mi esencia primaria y de esta manera dejar descansar en un sueño profundo al Dijin que habitaba en mí. Era consciente que en esta nueva forma, renegaría de muchas de las ventajas y los placeres que albergaba y había adquirido a lo largo de toda la existencia que había llevado. Tarde dos semanas en dar con el nombre adecuado. El que representara, a la recién adquirida personalidad. Leienel
Practiqué una ceremonia, presidida por los cirios y otros elementos bendecidos que sustraje de una iglesia. Con todo ello, al atardecer me encamine a la cima de la montaña que contenía el círculo ceremonial y sagrado en el cual mis ancestros, habían practicado infinidad de sacrificios y en el que algunos humanos también practicaban rituales de carácter mágico. El ascenso fue pesado y lento debido a mi debilidad por el estado avanzado del cambio. Creí, más oportuno burlar así a mí sino. En el cáliz, derrame unas gotas de sangre, que por primera vez brotaba de mi cuerpo, repare unos instantes en su color y se me antojo demasiado oscuro.
(El tono de su voz era pausado pero penetrante, pronunciaba cada palabra desde el interior. Proyectaba una ilusión en la que no gesticulaba y tampoco movía sus labios, pero la fatiga iba haciendo mella en Di)
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