Agradecimientos.

Escribir un libro era una promesa que le hice a una persona cuando éramos niñas. Hoy puedo decir, que a pesar de las muchas dificultades que he tenido para realizar este proyecto imperfecto, mi promesa pasa a ser una meta cumplida. En aquel entonces no hubiera podido imaginar, que lo haría a través de la red. Esto no hubiera sido posible sin todas vuestras visitas, por eso, las dedicaciones se refieren a todos y cada uno de los que a lo largo de estos años, me hicisteis sentir más acompañada en mi soledad. Profundas gracias a los ojos que me leen hoy, ayer y siempre.

jueves, febrero 7

Dijins Di 29





No cabía el mal allí. Pensé o decidí. Estar  en un espacio tan acogedor  como aquella casa, cada detalle  que contenía  había sido distribuido al azar y sin embargo, invitaba a soñar, a dar relajo a las malas interpretaciones que nos rondan  en nuestra estupidez mortal  y  que continuamente  nos bloquea  y  no permite que veamos bien.

No me preocupaba en absoluto  mi procedencia o todo  lo que perteneciera a mis recuerdos. No necesitaba sentir nada más que el ahora que vivía.  En aquellos instantes, los pensamientos que hacían referencia a mi pasado,  era tan simples que fueron pensamientos fugaces escapándose con la energía que salía desde mis ojos  hacia todos y cada uno de los espacios que me desvelaban a Ihan.  Ansiaba o mejor dicho, solo necesitaba sentirme bien.  Respirar sin presión en el pecho y concretar por fin, que las arrugas que surcaban el contorno de mis ojos  pertenecían a la placidez  mecida por la  felicidad, que se justificaba en un tiempo real.  Deseche todos los malos prejuicios por  la puerta que daba a la calle. Tales  premisas no me llevaron más de cinco minutos. 

La curiosidad me tentaba desde la estantería donde Ihan había colocado la colección de papeles.  Asegurándome  de que la intimidad se hacía a mi lado, agarre el sinnúmero de  papelorio.  Asumiendo  falsas dotes de payé,  para interpretar  los garabatos que allí se mantenían,  testimoniando   miles  de  inquietudes,  de la incógnita mente  que las hubiera descrito en tinta negra.  Comencé a asimilar de nuevo,  algún detalle más en el conjunto de la escritura. De pronto como si se hubiera despejado parte de la niebla que  ofuscaba  mi mente, fui consciente de que tenia la habilidad de identificar ciertos rasgos de la escritura, con los que llegaba a desvelar parte importante de la personalidad de quien los  escribía.

 Mis conocimientos grafológicos  surgían a borbotones a cada  instante. Y así fui  identificando un nuevo rasgo en cada letra o en cada coma.  Su conjunto básicamente iba haciendo  que tuviera otro dato más, que iba  revelando a una personalidad  muy atormentada, y compleja, escondida   tras del papel.  Inmersa en los escritos no me di cuenta de que Ihan había comenzado a depositar los platos rebosantes de comida sobre la mesa, tan solo el olor a  comida  sustrajo mi atención de los papeles.

 Durante la cena  conversamos,  de observaciones  sin profundizar en ningún tema en concreto, se hacía notorio  la incomodidad que representaba  para Ihan, atar sus  malos genios, por el mismo motivo le inste a que me llevara al pueblo la mañana siguiente. Alegando culpas a las inclemencias del tiempo, dejo constancia de que las carreteras  que nos unían con el pueblo más cercano se hallaban  cortadas por las intensas nieves , y que aventurarnos en ese viaje seria más bien un desafío a la muerte.  El trayecto no podía realizarse andando por las bajas temperaturas, en su totalidad el contenido del mensaje que  alegaba, era que estábamos aislados en  la cabaña a varias horas de distancia  de la civilización. Tales noticias alegraban mi interior y no intente mostrar  entusiasmo alguno, prefería esconder las verdaderas emociones  al menos por aquel momento.

Dirigí mi mirada hacia la ventana  mientras Ihan recogía los platos, habiendo ya renegado de mi colaboración en  los menesteres domésticos, se dispuso a  preparar un par de cafés.
 Los copos  que caían sin perdón, ni pausa, eran de gran tamaño. El fluir de estos  era de una fuerza hipnótica, que  embelesaba  y a la vez  su ligereza transmitía paz. Imagine el frio que debía de estar haciendo en el exterior  y un escalofrío recorrió mi cuerpo.