Las horas pasaron sin más sobresaltos, más que las
hojas que traía el viento a nuestros pies.
Sin meditar más que
una simple sonrisa, me dejaba llevar por el entusiasmo de la alegría que bullía
en su corazón y contagiaba el mío. Sus
ojos apresaban los míos. En ellos, destellos de lejanas estrellas me alcanzaban
el universo y pude sentirme como se siente un poeta realizado. En su meta. Unida en un éxtasis con el aire y el tiempo, al sentirme viva.
Demoramos nuestro regreso
a la cabaña entreteniéndonos en el camino de vuelta. Ihan me presento la naturaleza desde otra perspectiva, lo que antes parecía común o normal, se
mostraba con más brillo, con una luz especial. Incluso los movimientos imperceptibles de las
plantas cobraron otra conciencia, haciendo que la conclusión de la vida fuera mágica
en aquellos instantes. Parecía que la misma vida conspiraba para que así fuera.
Al llegar al cobijo de su choza, encendió el hogar con los leños apilados en un cesto de mimbre, ya
gastado por el uso. Mientras
yo le miraba acomodada desde el
sofá, estudiaba sus movimientos sin disimulo. Mis sentimientos afloraban sin
reparos, las sensaciones que abordaban
en mí, me instaban a entregarme en un
abrazo carnal a aquel hombre que apenas acababa de conocer.
Cuando se giro para observarme, el lenguaje
corporal debió de delatarme. Sorprendiéndome en una pose que retenía mis deseos
inquietos y tímidamente nerviosos. Se acerco a mí y me arrebato la mano de la que estaba mordisqueando el dedo índice,
el que se veía un tanto enrojecido.
_ Quizás te interese conservarlo, nunca se sabe si te puede
hacer falta después _ dijo, desplegando una amplia y llana sonrisa.
No me ruborice, al contrario. Deje escapar la más sibilina de mis miradas, intentando
ser una seductora inofensiva o escapista de situaciones vergonzantes y
comprometidas.
De una o de otra manera, estaba contado para mis adentros, que acabaría rebozando mi cuerpo contra el suyo. Más antes, que temprano. Que era un hecho, que
nuestros caminos se habían encontrado por algún motivo, y que aunque no
recordara nada de mi pasado, ni falta que me hacía. Pues me preguntaba para mi, ¿Qué probabilidades tenía, en ese
supuesto pasado de ser tan plenamente feliz? como ya era, en esos días de amnesia. Dictamine en mis pensamientos.
Pero el encantamiento se rompió, cuando Ihan alargo una silla hacia el sofá donde
me acurrucaba y comenzó a extenderme un montón
de papelotes garabateados y dibujados,
por Dios sabe que locas manos.
Comenzó diciendo_ Me gustaría
que hiciéramos un trabajo juntos, veras tengo que reorganizar estas anotaciones antiguas, ¿te importaría echarme una
mano?_
_Como no _ conteste.
_ Veras la idea, es que las coloquemos por fechas, aunque no
tengan relación, después comenzaremos de nuevo y las colocaremos en relación con lo que está escrito en ellas…_
No había terminado su frase cuando lo interrumpí.
_ ¿Y por qué no empezar colocándolas según lo que ponga en las notas?, así nos ahorramos el primer paso. _Pregunté.
_ No._ contesto tajante.
_Bien empecemos, toma la primera. Si no te importa lee en alto._ Añadió tendiéndome
la primera de las hojas escritas a mano.
A primera vista me llamo la atención la escritura, el
conjunto de todo el escrito se veía muy
sucio, con importantes saltos y distancias desiguales entre líneas, la letra
era legible pero inestable en su fuerza y forma.
_ ¿Es tu letra?_ Pregunte con cautela para no herir sus sentimientos.
_No, es de un amigo._ Contesto._ Puedes comenzar a leer, por
favor._ Dijo sin dejar sitio a ninguna replica.
Leí en voz alta.
_Y donde la mano cabe se hizo la herida. Y el ladrón robo a
su propio progenitor.
Que entra el perdón y
en el corazón confuso se hizo la oscuridad y en las razones temerosas no se
asombra la verdad por no entrar. No
saberse en ella, es la desilusión del
que sueña._
Levante mi mirada hacia Ihan interrogante, asiéndome el mentón en posición pensante.
_ ¿Que se supone que es esto?_ Dije.
Con una mueca hastía respondió, _No lo sé, por la misma razón pensé que quizás tú podrías
ayudarme._
Supongo que mi cara de cero, no dejo lugar a la mínima colaboración
por mi parte, y por ese motivo, retiro los papeles de mi mano sin darme ninguna
opción más para continuar con la tarea.
Me disculpe en vano, pues el ya se había levantado y había dejado todos los papeles en la estantería, en un abrir y cerrar de ojos. Acto seguido ya estaba a otros menesteres en los que
disimuladamente me hacia el vacio e
ignoraba mi presencia. Pienso que para
calmar su frustración. No negare que el asalto de su carácter, el cual
no se molesto en esconder, me
abrumo e hizo que me sintiera incomoda. No sabía que decir o en que entretener mis manos nerviosas, comencé a mordisquearme
las uñas mientras miraba al suelo.
Entonces él se disculpo
diciendo._ Perdona no consigo controlar mi genio, en fin será mejor que
caliente algo para cenar. Si te interesa…
tienes algunas revistas en esa librería._
No pronuncie palabra, tan solo afirme con un escaso movimiento
de cabeza. Fiel a mis emociones, no me vi en la necesidad de fingir. Le retire la mirada reafirmando mi manera de
protestar ante su comportamiento.