Agradecimientos.

Escribir un libro era una promesa que le hice a una persona cuando éramos niñas. Hoy puedo decir, que a pesar de las muchas dificultades que he tenido para realizar este proyecto imperfecto, mi promesa pasa a ser una meta cumplida. En aquel entonces no hubiera podido imaginar, que lo haría a través de la red. Esto no hubiera sido posible sin todas vuestras visitas, por eso, las dedicaciones se refieren a todos y cada uno de los que a lo largo de estos años, me hicisteis sentir más acompañada en mi soledad. Profundas gracias a los ojos que me leen hoy, ayer y siempre.

jueves, septiembre 6

Dijins Di. 20.





La mañana se paso sin darnos cuenta y verdaderamente la inspección a la sala de calderas, no  nos mostro nada extraño ni fuera de lugar, todo aparecía en buen estado, con más preguntas  que respuestas  y terminada la comida,  cada cual, organizo tareas para ocupar la tarde, el tiempo en la gran casona parecía no transcurrir, pero la quietud nos volvía distantes  por esa razón necesitaba resolver algunos puntos, antes de enfrentarme  a un nuevo careo con Di, al  que en las últimas horas habíamos decidido no dejarlo a solas ni un solo momento.


Buscaba a ciegas entre las cintas apiladas en la estantería,  alguna, que lograra esclarecer mis dudas,  confirmar  que  habíamos sido inducidos a  una sugestión en  grupo y tenía la sospecha de que, de alguna manera los videos que nos  habían enviado  tendrían que advertirnos de la capacidad que el paciente  poseía.  En ese momento dudaba , No sabía cuál podía elegir, miraba los letreros inscritos en el borde lateral de cada cinta  y ningún rotulo, me daba el gusto para saciar la pregunta que estaba mascullando,  la más distante de mi, sin que yo la tocara, cayó al suelo  como zafada por una  mano invisible,  en un primer lugar pretendí ignorarla, sin embargo  vino a mi mente el recuerdo de una vieja  amiga  que era aficionada  a leer las cartas del tarot, insistía en  decir  que las cartas que se caen por descuido cuando lanzas la  pregunta  y mientras están siendo barajadas,  son las más importantes y certeras en una lectura.


 Ese recuerdo me obligo a salir de dudas y rescatar la cinta del hueco donde la había vuelto a colocar. Encendí y accione el play.  Como casi en  todas las demás  cintas, Di comenzaba recitando otro episodio, otro relato de sus vivencias, entrelazando palabras con locuaz coherencia. Su habilidad nata de la que hacía uso para  describir cualquier insignificancia, objeto o sentimiento,  transformándolo  a los ojos  y oídos de su interlocutor,  en algo inalcanzable e hipnótico.  La sensación que  dejaba  en mi, era  la de un  buen orador  y cabía señalar  que era peligroso. Me dispuse a escuchar…


 No es sencillo, No. No es nada fácil, descubrirse a uno mismo  en la sombra  proyectada  a capricho de la luz, ese haz de luz tímida y delicada que pretende traspasar una hoja seca. Entender que no cabe mayor dolor en la existencia de una vida, sea  cual sea  su naturaleza pensante,  adquiriendo una verdadera verdad, que aunque absurda era la única  que citaba tal dolor, que no cavia mas verdad que cuando el amor se mezcla con tal crueldad. No es amor, sino maldad.


Las arrugas que surcan mi rostro, no son más que las huellas que dejo tal brutal perla, llena de imperfección,  para ser perfecta. Comprimida y conjugada en una hermosura ancestral y simple, para nada enlutada, llena de una sabiduría natural, con la que araño mi entidad haciéndome anhelar y darme cuenta de que yo carecía de alma.


No sé, si llamar conciencia a algo que no comprendo. Ni tan siquiera hoy, después de tanto tiempo, pero  sí puedo afirmar que me hundió en tal  desesperación  la incógnita de no comprender su naturaleza libre, fuerte, salvaje, tan firme en sus conclusiones,  que parecía tener la llave del conocimiento, esa, que es tan extraña que hace que el ser inocente y puro alcance sus metas,  deslumbre y brille a pesar de una apariencia nublada.


Consiento en que no comprendáis mis palabras y conspiro para que así sea…


Estas últimas palabras fueron precedidas  y silenciadas por un gesto brusco que revolvió su cuerpo en la silla. A partir de ese segundo la imagen del video se veía distorsionada y cortada,  se oían  ruidos  que no  eran  claros y no se podían interpretar con claridad, durante unos larguísimos  veinte  minutos  de audio,  la imagen  era un caos de  rallas y puntos  que cruzaban la pantalla  ofuscando la visión y  concluía  en  distorsiones  muy molestas a baja y alta frecuencia, para mi sorpresa  se pudo rescatar con total nitidez los últimos segundos de la cinta.   


 …me veo en la obligación de advertiros que vuestras vidas corren peligro.