Con el paso del tiempo me encontré,
sentenciándome a mí mismo en la
prepotencia de mis actos, me descubría a partir de aquel encuentro,
siempre, profundamente pensativo e irrevocablemente conectado a su
maldita fe. Cuestionándome, indagando dentro de mí, buscando una vulgar respuesta que no conseguía
encontrar.
Mientras desempañaba una aburrida y cotidiana bisección de
cualquier animal, para matar los ratos muertos, sin ningún provecho científico.
He de admitirme, que
reclamaba a gritos lo que no comprendía, lo que me dio.
Necesitaba respuestas y no llegaba a encontrarlas, las emociones eran
totalmente desconocidas para mí. Pero... ¿Qué me pasaba?
Carente en mi ánfora, de esa cualidad, empecé a cambiar, ya no me
divertía degollar a un ser humano, cosas como empalar a un animal o quemar una
casa.
Por esa razón paseaba sin rumbo, confundido en mis
pensamientos, mientras a mis pies escapaban algunos animales, o los habitantes de cualquier ciudad, que ahora percibía de otra manera.
La existencia, mi
existencia, por fin, tomaba otra conclusión... Todo ser con vida, por
instinto participa del miedo y del amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.